Palmarés
Hola, me llamo Lorena Lera, soy de San Javier y deportista de alto rendimiento en la modalidad de lucha libre femenina. A día de hoy he sido seis veces campeona de España y medallista en varios torneos internacionales, y vengo a contaros lo que ha sido mi experiencia en este precioso deporte a lo largo de todos estos años.
Nací en San Javier el 14 de diciembre de 1998. A los 4 años, cuando todos los niños empiezan a decidir qué actividades extraescolares quieren hacer, yo decidí decantarme por el baile, supongo que, un poco como la mayoría de niñas a esa edad, era lo que más me llamaba la atención, ignorando por aquel entonces lo descoordinada que se me podía llegar a ver bailando. A los 6 años cambié de actividad extraescolar, y lo que impulso este cambio fue una coincidencia bastante graciosa y oportuna, y la verdad, es que a mi padre se le olvidó renovar mis papeles para las clases de baile y se agotaron las plazas (obviamente de esto me he enterado muchos años después). Ante esta situación decidí apuntarme con mi hermana a Judo, que no me expliquéis porque una niña de 3 años pudo tener tan claro que quería hacer Judo a una edad tan temprana, y el caso es que decía que se lo pasaba muy bien. Así fue como a los 6 años me inicié en los deportes de combate, con mi entrenador Pepe Rabadán Ignoto, primero en el colegio Nuestra Señora de Loreto y años después en el polideportivo de San Javier. Pepe me dio el mejor inicio deportivo que se puede tener y me ha acompañado tanto deportiva como personalmente todos estos años, me acompañó en mis primeras competiciones, torneos, exámenes, bajadas de peso… y me enseñó muchas de las cosas que han hecho que hoy en día sea la deportista y persona que soy, fue mi inicio y le voy a estar eternamente agradecida.
Pepe pese a ser entrenador de judo, sus inicios deportivos fueron como luchador de grecorromana, y a mis 12 años, cuando tuve edad de presentarme a mi primer Campeonato de España Escolar de Lucha Libre Femenina, me comentó si me apetecía probar. Y así fue como mi compañera de batallas, durante muchos años, Irene Muñoz y yo nos preparamos y presentamos a nuestro primer campeonato de España de Lucha. Recuerdo ese campeonato con muchísimo cariño, fue la primera vez que sentí todas esas sensaciones que a día de hoy repito competición tras competición, mi primer pesaje, los nervios al calentar, la adrenalina antes de entrar al combate, la alegría que te desborda cuando ganas y la rabia (para que nos vamos a engañar) cuando pierdes. Recuerdo pasarme todo el campeonato llorando, ganaba, lloraba, perdía, lloraba también, pero es que son tales las sensaciones que te transmite este deporte, la adrenalina, lo rápido que pasa todo compitiendo, que al principio me resultaba muy difícil canalizar todas esas sensaciones de otra forma que no fuera llorando. Pero no nos equivoquemos por mucho que llorara, no eran malas sensaciones, son las mejores sensaciones que he sentido nunca, es el hecho de sentir tantas cosas a la vez que no sabes como canalizarlo, y es algo que no he conseguido igualar en ningún otro aspecto de mi vida, he tenido sensaciones preciosas, pero nada me ha desbordado nunca tanto como luchar y competir. Supongo que eso fue lo que me enganchó e hizo que desde ese primer minuto de combate de ese campeonato no imaginara mi vida haciendo otra cosa.
Al año siguiente Irene y yo empezamos a entrenar en el CAR Infanta Cristina de los Alcázares con José María López Gullón. Los primeros entrenamientos fueron muy duros, los recuerdo muy duros, nosotras éramos muy pequeñas y empezamos a entrenar con todos nuestros compañeros, por aquel entonces todos hombres y además mucho mayores que nosotras, si no recuerdo mal el más joven tenia 18 años. Durante muchos años me pregunté que fue lo que hizo que no lo dejara, parecía fácil pensar en dejarlo, dejar de sacrificar todas las horas que requiere el deporte, dejar de estar más tiempo en el suelo que de pie porque todos tus compañeros saben mucho más que tú, son más mayores, más fuertes…, pero el caso es que a día de hoy solo he llegado a la conclusión de que seguí porque me enamoré de este deporte y porque quería crecer en él y descubrir todas las experiencias que podía ofrecerme, aunque eso significara caerme 200 veces en un entreno, ser la más lenta haciendo carreras o la que menos flexiones se hacía. Respecto a todo esto, tengo que agradecerle a mi compañera Irene todos aquellos años, todo el apoyo que compartimos, agradecerle ser mi mayor apoyo en este deporte durante muchos años de mi vida, y aunque ella por cuestiones personales no siga practicándolo, creo que es justo mencionar que no se si, si ella no hubiese estado conmigo aquellos años, yo hubiese sido capaz de seguir entrenando y compitiendo en los momentos más difíciles o agotadores, así que sí creo que fue uno de los pilares básicos también en mis inicios.
Esto fueron mis inicios, pero de los inicios a decidir dedicar tu vida al deporte de alto rendimiento pasan muchas cosas y en mi caso pasaron muchas cosas, pero existió un momento, un punto de inflexión, en el que yo me vi ahí y me vi capaz de dedicar mi vida a ello. Estoy hablando de la primera vez que me presente a un Campeonato de España Senior, tenía 16 años, no era mi categoría, yo empezaba ese año a competir en la categoría junior, pero en mi deporte a partir de los 16 puedes presentarte a la categoría absoluta para ir probando. A día de hoy considero que hice un gran campeonato, conseguí colarme en la final y aunque la perdí, me quede ahí a las puertas, un punto en el último segundo me quitó la primera posición, cualquiera pensaría que salí enfadada o triste de ese combate, pero no fue así, hasta yo me sorprendí de eso, salí feliz, muy feliz y orgullosa de lo que acababa de hacer porque sí, había perdido, pero estaba ahí a las puertas, contra una rival que me sacaba muchos años de experiencia, y ese día supe que podía estar y que quería estar ahí y seguir luchando por eso, quería ser campeona de España Senior, quería competir en Europeos y dedicar mi vida a la competición, en resumen, ese combate fue mi punto de inflexión.
Pero como todos sabemos en el deporte no todo es bonito, no siempre sale todo como quieres y no siempre te ves capaz de sacarlo todo adelante. Como todo deportista yo también he tenido momentos así, el peor sin duda alguna, con 18 años, empezaba la universidad, mi vida cambiaba mucho, me mudaba a Murcia, tenia que adaptarme a las clases, cambié el sitio donde entrenaba, nuevos horarios y la vida independiente, demasiados cambios, me sentí desbordada durante muchos meses, aunque intentaba seguir llevándolo todo para adelante. Ese año me preparaba muy a conciencia el Campeonato de España Junior, tenía muchas oportunidades de ganarlo y en eso estaba enfocada. Lo que pasa es que la vida muchas veces no sigue los caminos que tu esperas, y en mi caso pese a haber luchado mucho ese año, una serie de contratiempos personales hicieron que mi cabeza no llegara bien a aquel campeonato, no estaba centrada, no estaba a lo que tenia que estar y como es esperable perdí la final de ese campeonato, a mí en ese momento se me cayó todo mi mundo encima, una sensación muy desagradable, una sensación de agobio, malestar, sentía que me ahogaba cada vez que iba a entrenar. A las pocas semanas de ese, tenía otro campeonato, mi primer Campeonato de España Universitario, seguí entrenando para presentarme, pero en mi cabeza no dejaba de entrar la idea de que me lo quería dejar, de que me estaba asfixiando toda la situación, de que no podía más. Con todas esas ideas en mi cabeza llego el campeonato, y yo empecé la competición, no estaba bien, no quería estar ahí, estaba muy agobiada y con una sensación constante de querer vomitar, nunca me había pasado eso compitiendo. Siempre recordaré el último combate de esa competición, no quería entrar, no lo quería hacer y siempre recordaré la frase de mi padre cuando me vio la cara: “haz el combate, que has entrenado para esto, no lo dejes a medias y si luego quieres dejarlo, lo dejas”, y esa fue la primera vez que la idea de dejarlo no estuvo solo en mi cabeza. Recuerdo acabar ese combate, salir y respirar, porque prometo que en ese momento quería dejarlo, necesitaba dejarlo. Me pasé todo aquel verano sin tocar un tapiz, sin pensar en luchar, ordenando mi cabeza y a la única conclusión que llegué en septiembre fue que lo echaba de menos, que quería volver, que necesitaba otra vez todas esas sensaciones, y así fue como tras esa breve pausa volví a mi vida y a mi deporte mejor que nunca, con las ideas claras, y desde ese momento parece que todo encajo mucho mejor y la rutina me resultaba un poquito más fácil, volví a disfrutar lo que estaba haciendo.
Ha día de hoy sigo en ese punto, sigo disfrutando cada día de lo que hago. Hace dos años empecé a entrenar con mi entrenador actual, Gocha Chikhradze, el mejor luchador de libre olímpica de España y pese a una pequeña pausa por una lesión en el hombro al principio de empezar con él, creo que mi evolución deportiva en estos dos años ha sido la mas grande de mi vida y creo que estoy mejor que nunca tanto física como mentalmente, y con muchas ganas de seguir creciendo.
Durante estos años ha sido imprescindible la figura de mi hermana, con la que comparto vida personal y entrenamientos, y que pese a que a veces es un poco refunfuñona es un pilar fundamental tanto en mi vida como en mi deporte, ha estado en todos los momentos, los mejores, disfrutándolos conmigo y los peores, levantándome del suelo, así que por todo eso gracias. De igual manera esto no habría sido posible sin nuestros padres, que apostaron por nosotras de pequeñas, que nos dejaron y ayudaron a disfrutar de este precioso deporte y que siguen apostando por nosotras ahora, por todos los viajes a entrenar y competiciones a las que nos han acompañado, por advertirnos cuando nos equivocábamos, aunque no siempre les hiciésemos caso, y por apoyarnos también cuando necesitamos un respiro. Y bueno, gracias también a mi pareja, sé que compartir vida con un deportista no siempre es fácil, que son muchos los días que paso fuera y los días de entrenamiento en fin de semana o cuando ya teníamos planes, gracias a todos por estar ahí.
Animo a todo el que le haya llamado la atención a practicar este deporte, y aquí termino, os dejo un pedacito de mi vida, espero que al menos alguien lo disfrute como lo he disfrutado yo, gracias a mi equipo, a mis entrenadores y a mi familia. Estoy muy feliz y agradecida con toda la gente que me ha permitido vivir esta vida.